Internacional, Saturday 24 de January de 2015

Una encuesta en 25 naciones de la región expone a los gobiernos peor evaluados en la materia. Inflación y escasez, las principales preocupaciones

La Venezuela de Nicolás Maduro es el país con peor evaluación de la situación económica de América, según sus propios ciudadanos. Suma apenas 11,4 puntos en una escala de 0 a 100 en la última edición del Barómetro de las Américas que realiza la Universidad de Vanderbilt.
 
El segundo peor evaluado es Guatemala, con 16,8; y el tercero es Argentina, con 18,7. El país gobernado por Cristina Kirchner es el que más retrocedió con respecto a la encuesta anterior, en 2012.
 
En los tres, la percepción generalizada de la ciudadanía es que la economía está decididamente peor que un año atrás, y que hay pocas perspectivas de que mejore.
 
Completan la lista de los diez con mayores dificultades México (19,5), Belice (22,5), Costa Rica (22,8), Jamaica (23,2), Honduras (25,4), Guyana (29) y Colombia (31,6).
 
El que ostenta la más alta calificación de la gente es Ecuador, con 59,5 puntos. En segundo lugar está Bolivia, con 53,2; y tercero está Chile, con 51,2.
 
Lo interesante es que son tres países con orientaciones económicas contrapuestas. En los primeros dos, el actor central es el Estado, que controla las principales variables de la economía y mantiene un elevado gasto público. Pero en Chile el protagonismo recae sobre el mercado.
 
Otra diferencia es que el país que hoy gobierna Michelle Bachelet está hace muchos años entre los de mejor performance económica, y no ha atravesado vaivenes demasiado pronunciados. En cambio, los otros dos casos atraviesan una bonanza reciente. El interrogante es cuánto tiempo podrán mantenerla.
 
El cuarto mejor puntuado, según el Barómetro de las Américas, es Canadá, con 48,3. Lo siguen Panamá (47,2), Uruguay (45,9), República Dominicana, (45,2), Estados Unidos (43,4), Perú (41,2) y Nicaragua (40,6).
 
Venezuela: una crisis que se profundiza cada vez más
 
"Hay un problema de inflación y de desabastecimiento que genera mucho descontento en la gente. La caída de poder adquisitivo en 2014 estuvo en torno al 10%, un nivel importante, y para este año puede ubicarse por encima del 16 por ciento. No veíamos una caída tan profunda desde el paro petrolero de 2003. Estos elementos explican por qué el tema económico cobra relevancia a la hora de evaluar al gobierno", explica Asdrúbal Oliveros, economista de la consultora Ecolatina, en diálogo con Infobae.
 
"La escasez realmente se ha desbordado. Lamentablemente no hay cifras oficiales porque el Banco Central dejó de difundir los índices desde abril de 2014, pero las proyecciones que se tienen son muy elevadas. Tanto es así que se está empezando a notar un cambio muy negativo: en Caracas los niveles de desabastecimiento eran menores a los del interior del país, pero a partir de diciembre se empezaron a ver también en la capital altos índices de escasez, que se manifiestan en masivas colas en farmacias y supermercados", agrega.
 
Venezuela terminó el año con la inflación más alta del mundo: 64% anual. Junto con Argentina, son los únicos países de América que están en dos dígitos. La alianza estratégica entre estas naciones se plasmó en otra excepcionalidad: también son los únicos que cerraron 2014 con decrecimiento.
 
Esto se traduce en un marcado deterioro de la calidad de vida. Se reduce el poder adquisitivo de las familias, merma el consumo, aumentan la pobreza y el desempleo. Pero lo peor de todo es que no hay señales de mejoría.
 
"El presidente Maduro no ha llegado aún a su nivel límite en caída de popularidad, y puede caer cada vez más -dice Oliveros. La crisis económica tampoco ha llegado a su punto más bajo. Nuestras proyecciones estiman para 2015 una inflación del 120% que, dependiendo de las medidas que tome el Gobierno, puede ser incluso del 200 por ciento. Son niveles nunca vistos en Venezuela, donde el máximo fue 103% en 1996".
 
Esta crisis tiene poco que ver con factores externos, y mucho con la mala praxis económica de la administración Maduro. La emisión monetaria descontrolada, los férreos controles de precios, las restricciones a la compra de dólares y la creación de mecanismos crípticos para acceder a ellos han tenido como único resultado una potenciación del ciclo de la inflación, la escasez y la recesión.
 
"Alrededor de 40% del déficit fiscal está siendo financiado con emisión monetaria, es decir, con la creación artificial de dinero, lo que establece una presión sobre los precios. Además hay que considerar el círculo vicioso de incrementar los salarios mínimos sin tener en cuenta la productividad, para tratar de corregir el desequilibrio que genera la pérdida de ingresos, lo que incrementa la inflación", concluye Oliveros.
 
Ecuador: una bonanza impulsada por petróleo y gasto público
 
"Ecuador ha tenido en 2013 y 2014 déficit fiscales superiores al 5%, lo que significa gastar más de 5.000 millones de dólares por encima de los ingresos, que han sido altos por el petróleo. Entonces, hubo muchos recursos, que el Gobierno invirtió en obra pública, en beneficios para los sectores populares, y en salud y educación", cuenta a Infobae el economista Fausto Ortiz, ministro de Economía y Finanzas de Rafael Correa hasta 2008, cuando renunció por diferencias con el presidente.
 
¿Cómo hizo Ecuador para evitar que ese déficit fiscal no repercutiera en un aumento de la inflación, como en Venezuela y Argentina? Al estar dolarizada la economía, el Banco Central no emite dinero. De modo que el déficit sólo se puede financiar con endeudamiento externo.
 
Por el momento, la fórmula está dando buenos resultados. Pero en ningún caso es sostenible en el tiempo.
 
"El que pasó fue un año de transición. El Gobierno no alcanzó a igualar la inversión pública de 2013, y se le va a hacer difícil retornar a la senda en la que se encontraba. Además, el crecimiento económico fue de 3,7%, cuando antes había estado por encima de 4. Y en 2015 podría estar debajo de 1,5 por ciento. Probablemente fue el último año de bonanza, y marcó el comienzo de un período más difícil", dice Ortiz.
 
"Los actores económicos -continúa- están esperando que el Gobierno haga recortes en gastos corrientes y de inversión, como anunció en enero. Podrían ser superiores a los 4.000 millones de dólares. Pero hay que esperar para ver si efectivamente los lleva a cabo, o hace una combinación entre un poco de recorte y otro tanto de déficit fiscal financiado. En la medida en que acerque el ajuste, va a quedar en mejor forma para manejar la economía de fines de 2015 y principios de 2016. Pero, si se demora demasiado, todo podría hacerse más complejo". (Infobae)