Mercedes, Sunday 1 de March de 2015

En los próximos días otras seis familias recibirán los documentos que acreditan que son los dueños del terreno donde viven. Un par de ellos contaron cómo vivieron este proceso que incluyó un litigio judicial. 

Roque Pera junto a su familia tiene un emprendimiento turístico. Elisa González ahora se ocupa del hogar y es su marido quien realiza varias tareas para llevar el sustento diario. Sus historias de vida tienen en común no sólo que sus días transcurren en Pellegrini, el principal acceso a los Esteros del Iberá, sino también que al igual que decenas de familias quedaron inmersos en un litigio judicial sobre la titularidad de las tierras en las que habitan. La semana venidera, ellos y otras cuatro personas, recibirán los documentos que acreditan que son los dueños de los inmuebles. Será parte de la segunda de varias entregas proyectadas en el marco de un acuerdo rubricado entre los sucesores de Roberto Sniechowski y los defensores oficiales, en representación de más de ochenta habitantes.
Cuando recibieron la noticia de que en la próxima entrega de títulos estarán como beneficiarios, aseguraron que sintieron un gran alivio. Pero aclararon que recién podrán estar en paz cuando todos puedan tener la misma posibilidad, porque aseguran que saben lo que es tener temor de despertarse un día y encontrar alguien en el patio que les diga que deben desalojar el hogar que construyeron con tanto sacrificio.
“Mis abuelos vivieron acá aproximadamente desde 1935, tenían un almacén. Luego mi mamá Guillermina Paniagua heredó el lugar y lo convirtió en un pequeño hospedaje. Ella falleció hace 19 años. Mi hermano vive en Mercedes pero yo sigo acá junto a mi esposa María y nuestros tres hijos de 18, 17 y 3. Brindamos servicio de alojamiento, de guías nocturnos, paseos en lanchas, hacemos todo lo que podemos para ganarnos el pan de cada día”, contó Roque Pera a El Litoral.  Recordó que  “siempre fuimos muy felices acá. Cuando mi mamá me mandó a estudiar el Secundario en Mercedes porque acá todavía no había ese nivel, fue realmente difícil”.
Es que la tranquilidad que se respira en Pellegrini, Pera asegura que no se compara con nada. Sin embargo, indicó que “cuando el Iberá comenzó a ser más conocido por un lado era bueno porque más personas podrían venir a conocer este hermoso lugar y habría más trabajo para los que vivimos acá. Pero ahí también comenzamos a tener temor de perder lo poco que teníamos”. Consideró que esa sensación respondía a que a diferencia “de los chicos que ahora aprenden el derecho a la tierra, nosotros no sabíamos que teníamos derecho a  hacernos escuchar y reclamar lo que nos pertenece”.
 
Dificultades
“Fueron difíciles estos años pero maduramos mucho. Al principio cuando nos dijeron que los hermanos Sniechowski reclamaban estas tierras teníamos mucho miedo de lo que podría pasar. Escuchábamos tantas cosas y eso nos confundía. Pero cuando fuimos a la audiencia en el Juzgado de Mercedes escuchamos la otra campana y ellos nos aseguraron que no pretendían quedarse con el lugar en el que vivimos. A partir de ahí se aclaró un poco más todo y ahí las defensoras oficiales, entre ellas,  Nora Maciel nos explicó nuevamente cuál era la situación. La verdad que estamos más que contentos con el trabajo de ella y de las demás doctoras que la acompañaban”, relató  el poblador de 44 años,  que en breve será el propietario legal del terreno donde funciona su hospedaje San Cayetano
Admitió en este contexto que “no fue sencillo que ellos nos entendieran a nosotros y nosotros a ellos. Es que tenemos un modo diferente de vivir. Estamos arraigados aquí y creo que ninguno de los que estamos acá nos imaginamos viviendo en otro lugar”. (Ver recuadro).
 
Vacas
También Elisa González, oriunda de Mercedes, eligió a Pellegrini como el lugar para formar su hogar. Ante la consulta de El Litoral expresó que “trabajaba como cocinera en una estancia de esta zona y después vimos un terreno baldío. Hablamos en el Municipio para ver como podíamos hacer para comprar y entonces nos dijeron que podíamos acceder al lugar si pagamos la deuda de impuesto inmobiliario, eran unos 30 años. Hablé con quien era mi patrón en ese entonces  para que nos ayudara a pagar y aceptó. No recuerdo ahora la cantidad de dinero exacto pero sí que era lo que costaban tres vacas gordas. Eso pasó hace unos 15 años”. Aseguró que en varias oportunidades intentó conseguir el título del terreno pero no lo consiguió. “Con mi marido conversábamos sobre qué harían nuestros gurises si a nosotros nos pasaba algo. 
Mi mayor miedo era despertarme un día y encontrar a alguien en el patio diciendo que era el dueño de este terreno y que nos íbamos a tener que ir junto con mis cinco hijos y cuatro nietos.  Gracias a Dios ahora podremos dormir tranquilos y nuestros hijos no heredarán un problema. Estamos felices y agradecidos por el trabajo de los defensores que lograron un acuerdo con los Sniechowski que nos permitirá tener el título de la tierra en la que vivimos”, concluyó González.
Fuente El Litoral