Internacional, Friday 11 de May de 2018

El cientifico australiano no quiso funeral, donó su cuerpo "a la medicina" y pidió que no se condene a ancianos a vivir contra sus deseos.

David Goodall, el científico australiano de 104 años que viajó a Suiza para morir, falleció este jueves en Basilea tras un suicidio asistido que le denegaron en su país. "A las 12h30 [10h30 GMT] de hoy, el profesor David Goodall, de 104 años, falleció apaciblemente en Basilea por una inyección de Nembutal", un barbitúrico, escribió en Twitter el médico Philip Nitschke, de la fundación Exit International.

El miércoles Goodall había ofrecido una conferencia de prensa ante decenas de periodistas en la que especificó que, simplemente, "estaba cansado de vivir". "Ya basta", dijo, no tenía ninguna enfermedad terminal, pero su calidad de vida había empeorado. "Estoy cansado, gracias a todos, pero ya quiero morir", le dijo a sus familiares, que respetaron su decisión y lo acompañaron a Suiza para el final. A principios de año había pedido sin éxito a las autoridades australianas que le permitieran suicidarse con asistencia, y por esa negativa fue que decidió viajar a Suiza, donde varias fundaciones ofrecen dicho servicio.

Cómo será el fin del científico australiano que viajó a Suiza para morir

"Habría preferido terminar en Australia y lamento mucho que Australia está atrasada con respecto a Suiza" en esta cuestión, dijo en la rueda de prensa en un hotel de Basilea. "No quiero seguir viviendo", afirmó. El científico había salido de Australia la semana pasada para visitar a su hijo, que vive en Burdeos (Francia), y luego se fue a Suiza. El suicidio asistido, organizado por otra fundación suiza, Eternal Spirit, tuvo lugar en un apartamento en el que Goodall murió rodeado de sus nietos y de un amigo.

Destacado investigador honorario de la Universidad Edith Cowan de Perth, Goodall pidió que su cuerpo sea entregado "a alguna escuela de medicina", o si eso no fuera posible, que se esparzan sus cenizas en Suiza. "No quiero que hagan funerales en mi nombre, ni recordatorios ni ceremonias", explicó, señalando "no creo en otras vidas".

Para demostrar que no estaba triste, Goodall no dudó en cantar durante la rueda de prensa un fragmento en alemán del Himno de la Alegría de la novena sinfonía de Beethoven, su pieza preferida, lo que fue aplaudido por los periodistas y asistentes. "Quisiera ser recordado como un instrumento para liberar a los ancianos de la necesidad de continuar sus vidas contra sus deseos", agregó.