Nacional, Sunday 11 de November de 2018

Proveniente de un hogar muy humilde de San Justo, supo convertirse en uno de los grandes referentes del latin trap. Popularidad, dinero, amistades por conveniencias: un mundo nuevo que contrasta con aquel origen.

Se llama Ignacio Matías Spallatti, pero se anuncia como Ecko. Nacido y criado en Villa Luzuriaga, partido de La Matanza, trabajó desde niño para ayudar en su casa. Hasta que su vida cambió por completo al convertirse, en muy poco tiempo, en uno de los grandes exponentes de la movida latin trap de Sudamérica.

Ahora, a los 18 años, disfruta —y también lidia— con la fama, el dinero y las fans. Y hoy, es Ecko quien sustenta a su familia y sus amigos, y puede darse lujos que ni siquiera soñó.

Esta es la historia de un chico que con esfuerzo, ganas y pasión logró trascender con su música, superando las fronteras del barrio primero, del conurbano bonaerense más tarde, y de la Argentina, más acá: su música se escucha en otros países. Aunque Ecko por estos días se focalice en lo que sucederá el 16 de diciembre, cuando se presente en el Teatro Gran Rex.

 

—Te llamás Ignacio pero todos te conocen como Ecko.

—El apodo nació hace más o menos cuatro años cuando me empecé a meter en el ámbito del rap. A los 15 me fui enfocando. Arrancó como un hobby, como rapear en las plazas, con mis amigos, hasta que quedo en una competencia bastante importante. Después fui compitiendo en plazas, en plazas, en plazas… Me hago conocido en el ámbito de las batallas, compitiendo.

 

— ¿Qué hizo que te destacaras del resto?

—A todo lo que hacía, más allá de esto, de la música, siempre le puse ganas. Siempre quería progresar, mejorar todo el tiempo, sin envidiar a nadie, sin competir con nadie. Solo me enfocaba en lo mío, en mejorar día a día. Entrenaba mucho, jugaba al fútbol. Después, cuando me pasé a la música hacía lo mismo: entrenaba constantemente, iba a todas las competencias, rapeaba en transportes públicos. En colectivos, trenes, el (ex Ferrocarril) Sarmiento. A la gorra.

 

— ¿La gente era amable?

—Sí. Hay de todo tipo. Yo la entiendo: hay gente que viene cansada del trabajo, o todas las personas tenemos malos días, y capaz que no te gusta estar en el transporte público y que esté uno haciendo música que capaz ni te interesa. Pero también había gente que colaboraba. Yo lo hacía porque estaba haciendo lo que me gusta, y ganaba algo de plata.

 

— ¿Te imaginabas que ibas a llegar tan lejos?

—No, no. Yo soñaba con tener shows, reconocimiento, que las personas escuchen mis canciones. Pero no me imaginaba que sea tan cercano, tan pronto como fue. Fue muy de golpe.

 

— ¿Qué buscan transmitir tus letras? ¿Hay un mensaje en particular?

—Cuando hacía rap me gustaba jugar mucho con las métricas: los juegos de palabras, varios tipos de rimas, cambiar totalmente el circuito que se venía haciendo. Y también transmitirles mensajes a la gente como entre líneas; era muy loco lo que yo hacía en esas letras. Después la situación fue cambiando en el tiempo, también los momentos, y cada uno en su vida va contando lo que va reflejando. Entre otros temas hablo de lo que me costó llegar a lo de ahora, también cosas de la discoteca que pasan.

 

— ¿Por ejemplo?

—Y… nada. Que se habla del alcohol, de mujeres, del perreo, de los bailes, de las drogas, de cosas que son inevitables no hablar, y que lo sabe cualquier persona.

 

— ¿La fama te cambió en algo?

—No. Sigo teniendo los mismos amigos del día cero, los mismos amigos de mi infancia con los que me fui de viaje de egresados. Si bien se sumaron amigos nuevos porque fui conociendo distintos ámbitos. Mi ambiente es muy cerrado y la gente suele cambiar; no lo digo por mí, la gente del entorno suele cambiar. Hay mucha cosa, mucha fama, mucha plata, mucho poder; muchas cosas.

 

— ¿Sentís que se te acercan por conveniencia?

—Sí, obvio. Siempre, todo el tiempo. Pero la gente lo sabe, todo el mundo lo sabe que mi grupo es ese. Y también puede ser algo malo, pero me volví medio desconfiado también por tantas cosas que fui viendo todo el tiempo.

 

— ¿Cómo lo manejas?

—Eso se da. Es la energía de la otra persona; yo lo notó.

 

— ¿En las mujeres también lo notás?

—Claro. Pero bueno, eso va a pasar siempre. Va a ser difícil encontrar en algún momento una persona que de verdad vea lo que es la persona abajo del escenario.

 

—A tus papás, ¿al principio les daba miedo el camino que elegiste?

—Sí, siempre. Estoy en un ambiente donde todo está al alcance de la mano. Y siendo tan chico podés tener malos días, pero por suerte yo siempre estuve bien mentalizado en las cosas que quiero, los objetivos que quiero, y no voy a dejar que ningún vicio, ni nada me lo impida.

 

— ¿En algún momento tuviste algún problema con eso?

—No, no. Suelo consumir alcohol cuando salgo.

 

—Y cuando subís una foto a las redes sociales, ¿pensás en el impacto que puede tener? Tenés un millón de seguidores.

—Sí y no. Antes sí lo pensaba muchas veces, pero después es como que mi Instagram lo tenía para usarlo muy para mis shows, como muy metido en mi carrera, y la gente no podía ver el más allá, no podía ver lo que era la persona en realidad. Mi Instagram era como el de una empresa, en vez de ser de una persona. De a poco fui viendo más cosas, fui valorando más cosas, y me sentí más libre. Quería que la gente vea en serio lo que yo era, porque se decían también muchas cosas que capaz que eran mentira. La gente no lo podía comprobar porque no veía el más allá.

 

— ¿Te inventaron faltas noticias?

—Sí, muchísimas cosas.

 

— ¿Por ejemplo?

—Quisieron poner palos en la rueda. O sea, inventaron que tengo denuncias, que le pegué a una piba en un boliche, todo mentira. Están todos los videos comprobados, ya se hicieron las acciones que pertenecen a esas cosas, porque no cualquiera puede salir a decir algo así de vos, con tanta impunidad.

 

— ¿Te pesa la mirada ajena?

—Soy una persona totalmente positiva, siempre pensando en la mejor y tratando de que los problemas no afecten. Pero te afectan; quieras o no te afectan. Yo trato de ser mejor artista, pero antes ser mejor persona. Y no es que tendría que tener una necesidad de demostrarlo todo el tiempo para que la gente no opine, pero la gente habla, y habla, y habla. Entonces, también lo tenés que mostrar un poco por eso. Empecé a grabar más de lo que soy como persona, de lo que soy afuera de Ecko.

 

— ¿Hacés algún tipo de terapia?

—No. Por suerte tengo un grupo de amigos que también es mi grupo de trabajo, al que convertí en una familia. Es unión, unión. Y por suerte si alguno tiene un problema, no solamente yo sino cualquiera del grupo, todos lo podemos hablar y ayudarnos el uno con el otro. Yo no apunto a ser un artista que se lleve el mérito solo él. Sé que tengo atrás un equipo de trabajo que se merece el mismo mérito que yo porque le están poniendo las mismas ganas que yo, nada más que yo soy la cara visible.

— ¿Tuviste otros trabajos, previamente?

—Desde los 14 que no trabajo. Siempre me busqué la manera, desde chico. Mi familia es trabajadora como cualquiera, barrio normal de Villa Luzuriaga, de San Justo, de La Matanza. Y la plata, como siempre, como está el país últimamente, y como viene pasando desde hace varios años. Yo no nací en una familia que era millonaria ni nada, era una familia trabajadora, y todos los días había que laburar para buscar lo de cada día. Y yo siempre, desde chicos, traté de ayudarlos. Trabajé en un negocio de mi familia que era de comidas: manejaba los números porque desde chico me gustó mucho la matemática, la parte de los números.

 

— ¿Y ayudabas?

—Y… ayudaba en esa parte. Después repartí volantes, vendí celulares, vendí zapatillas, trabajé en el shopping de Liniers, en un local de ropa. Bastantes cosas y siendo chico. Ahora tengo la suerte de poder disfrutar de lo que me gusta y tenerlo como trabajo.

 

—Y hoy, ¿vos ayudás a tu familia?

—Sí, obvio. A mi familia, a mis amigos, a todos. En ese tema soy bastante solidario.

 

— ¿Te llena?

—Obvio, porque siento que puedo ayudar a personas que no tienen la posibilidad de tener un buen plato de comida todos los días, tener un abrigo cuando hace frío, o unas zapatillas o algo para ir al colegio. Sé cómo está la situación del país, por más de que yo esté medio en otro mundo, porque un artista está alejado y yo casi ni miro tele. Pero tengo mi familia que me cuenta cómo están las cosas y trato de tener los pies sobre la tierra.

 

—Y vos, ¿llegaste a vivir alguna situación así?

—Mi abuela laburó toda su vida y a mí no me faltó anda. Pero yo sé que mi abuela arriesgaría su plato de comida por darme de comer a mí.

 

— ¿Cuáles son tus sueños? ¿Qué te gustaría llegar a ser?

—Ahora tengo la mente en el Gran Rex, en que salga todo como lo espero, que la gente disfrute, que vea en realidad lo que es un show y vea también el espectáculo que estamos armando. Estoy apuntando a algo distinto, que no se está viendo. Muchas horas de ensayo: tengo una cara de cansado porque duermo muy pocas horas, aparte de que estoy grabando videoclips, estoy grabando muchas cosas. Ahora tengo la mente focalizada en eso. Y el año que viene, en marzo, tengo un evento en Estados Unidos.