Internacional, Sunday 14 de July de 2019

Cuatro jóvenes fueron descubiertos tras cometer un delito de odio después de que sus teléfonos móviles se conectaran a la red wifi del colegio

Tras acabar el último día de clase, los alumnos sabían que tenían que acudir al Instituto Glenelg, en Maryland (EEUU) para participar en la tradicional ceremonia de despedida de curso, en la que se entregarían los premios del curso, habría un picnic con los compañeros y se daría el tradicional discurso de despedida. Pero lo que nadie se podía imaginar es que, esa misma mañana, aparecerían símbolos racistas pintados en el suelo.

Esvásticas, referencias al Ku Klux Klan, insultos contra los judíos... todo el patio de entrada al instituto estaba regado de pinturas realizadas sobre el suelo con espray de color negro, algo que pronto comenzó a ser investigado. Las cámaras de seguridad habían captado el momento en el que se habían producido las pintadas, pero los cuatro asaltantes tenían la cara tapada: solo se podía ver que eran jóvenes y blancos. ¿Cómo resolver el caso?

A las autoridades se les ocurrió una manera de tratar de adivinar de quién se podía tratar. Si eran jóvenes, podían ser estudiantes del centro y, si lo eran, podrían tener las credenciales de la wi-fi en sus teléfonos. ¿Por qué no comprobar si a la hora en la que se produjo el suceso algún teléfono móvil se conectó a la red? Una simple comprobación y ¡bingo! Los 'smartphones' de los cuatro asaltantes mostraban sus nombres y apellidos claramente.

Seth Taylor, Tyler Curtiss, Joshua Shaffer y Matthew Lipp es el nombre de los cuatro jóvenes, que fueron detenidos por las autoridades y que se enfrentan a cargos por vandalismo, destrucción de la propiedad y crimen de odio. Será un juez de Maryland el que se encargue de determinar cuál es la pena que deberán de asumir estos cuatro jóvenes, una vez analicen los cargos por los que podrían cumplir hasta seis años de cárcel.