Tienen menos de 80 años y forman parte del grupo de 138 purpurados que integran el colegio cardenalicio. Todos fueron nombrados por Francisco
Los cardenales Víctor "Tucho" Fernández, Vicente Bokalic Iglic, Ángel Sixto Rossi y Mario Poli serán los cuatro argentinos -sobre un total de 138 en condiciones de votar- que viajarán a Roma para participar de la elección del nuevo papa, tras la muerte de Francisco.
Los cuatro fueron nombrados por Jorge Bergoglio, al igual que el 80% de los integrantes del cuerpo encargado de elegir al pontífice que tendrá la difícil tarea de suceder al primer papa americano. Se trata de una elección secreta, donde se mezclan los intereses mundanos con las cuestiones religiosas y la inspiración del Espíritu Santo.
Se reunirán cuando concluyan las exequias y los rituales funerarios de Bergoglio en El Vaticano y dentro de la Capilla Sixtina, sin contacto con el exterior, para elegir al nuevo pontífice. Si bien la Iglesia Católica tiene 252 cardenales, muchos exceden la edad de 80 años que impone la tradición para participar de ese evento.
En Argentina hay otros cuatro cardenales que superan el límite de edad y si bien pueden ser parte de las ceremonias, no tienen permitido participar de la elección del sucesor de Pedro.
Se trata de Estanislao Karlic, arzobispo emérito de Paraná y ex presidente de la Conferencia Episcopal Argentina, que tiene 99 años. Luis Pastor Dri es reconocido como confesor de Bergoglio y continúa una incansable actividad pastoral a sus 97 años en la iglesia de Pompeya. El tercero es Luis Villalba, arzobispo emérito de Tucumán, de 90 años, y el último es Leonardo Sandri, prefecto emérito del Dicasterio para las Iglesias Orientales, entre otros cargos vaticanos, de 81 años.
Candidatos liberales y conservadores para suceder a Francisco
Con el fallecimiento del Papa Francisco, la mirada de la Iglesia Católica se posa en el futuro, con la inevitable pregunta sobre quién sucederá a Francisco. El proceso, envuelto en el misterio del cónclave, promete ser un crisol de influencias y expectativas.
El cardenal Pietro Parolin, Secretario de Estado del Vaticano, emerge como una figura central y uno de los favoritos. Su dilatada experiencia diplomática y su papel en la administración de la Santa Sede le otorgan un perfil de estadista, capaz de navegar las complejidades del mundo contemporáneo. Su moderación y habilidad para el diálogo podrían ser claves en un momento de polarización global.
Matteo Zuppi, arzobispo de Bolonia, representa una corriente pastoral centrada en la justicia social. Su cercanía a la Comunidad de Sant’Egidio y su mediación en conflictos internacionales le han ganado reconocimiento. Su enfoque en los vulnerables y su llamado a la solidaridad resuenan con quienes buscan una Iglesia comprometida con los desafíos del presente.
El actual Patriarca de Jerusalén, el cardenal Pierbattista Pizzaballa, añade una perspectiva crucial desde el corazón del conflicto en Tierra Santa. Su conocimiento de la región y su capacidad para dialogar con diferentes religiones lo convierten en una voz relevante en un mundo marcado por la división.
Saliendo de Italia, la dimensión global de la Iglesia se refleja en la presencia del cardenal Luis Antonio Tagle, arzobispo emérito de Manila y actual Pro-Prefecto del Dicasterio para la Evangelización. Su carisma y su capacidad para dialogar con diversas culturas lo convierten en un puente entre la tradición y la modernidad, representando la creciente influencia del catolicismo asiático.
Peter Erd?, arzobispo de Budapest, aporta una sólida formación teológica y experiencia en el diálogo ecuménico. Su liderazgo en eventos internacionales y su capacidad para construir puentes entre diferentes confesiones lo sitúan como un candidato con un perfil intelectual y diplomático.
El cardenal Peter Turkson, de Ghana, quien lideró el Dicasterio para el Desarrollo Humano Integral, se destaca como un defensor de la justicia social y el desarrollo sostenible. Su voz resuena en temas de ecología, pobreza y derechos humanos, presentando una opción para quienes buscan un pontificado enfocado en la doctrina social de la Iglesia.
Su posible elección representaría un hito histórico, al ser el primer Papa africano en más de mil años. Sin embargo, su edad avanzada podría ser un factor limitante en un cónclave que podría inclinarse por candidatos más jóvenes.
En el ala conservadora, el cardenal Raymond Leo Burke, de Estados Unidos, se erige como un crítico de las reformas de Francisco. Su postura tradicionalista y su énfasis en la doctrina podrían atraer a quienes buscan un retorno a una Iglesia más rígida. No obstante, su perfil polarizante y su influencia limitada dentro del colegio cardenalicio podrían obstaculizar su elección.
En Canadá, el cardenal Marc Ouellet, ex prefecto del Dicasterio para los Obispos, representa una conexión con el papado de Benedicto XVI. Su experiencia en la selección de obispos y su conocimiento de la estructura eclesial son activos valiosos. Sin embargo, su avanzada edad podría ser un obstáculo en un cónclave que busca un liderazgo prolongado.
Robert Sarah, de Guinea, ex-prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, comparte con Burke una visión conservadora. Su defensa de la liturgia tradicional y su crítica a las reformas de Francisco lo sitúan como un posible líder para quienes anhelan una Iglesia centrada en la doctrina y la disciplina. Al igual que Ouellet y Turkson, su edad podría ser un factor determinante.
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